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jueves, 12 de febrero de 2009

LOS DÍAS AL PASAR [LA CASA DE LAS MOSCAS]




LOS DÍAS AL PASAR 


“Rey de tu corazón en los días ciegos.”

-Dylan Thomas-





Salvador Dali




Nómadas





El mundo tiene espadas como charcas
con reflejos ficticios,
toda la fiebre apostada en la hora punta,
una nuca distante que envuelve su rendición.

El mundo tiene oídos que cercan la oscuridad
con pies de niño,
con pies de búho,
con pies de alas de antiguo caserón.

La espuma tiene playas con estatuas de sal
y un mar que sufre
y le arroja a los labios su ocio embravecido.

El suelo tiene hambre
y señales movedizas
y animales y ruidos con el itinerario
de los días perdidos.

El suelo tiene ofensas que dañan los cuchillos
y la nieve aproxima a la orla de tu almohada
para que duerma en su leyenda
tu vocación de arma blanca.





La Casa De La Sal





A Virginia



Bailan los días tus manos
mientras alzas tu cesta de abanicos
en la cita de la sal.
Diferentes a ti,
las paredes te confunden
con una esfinge interior,
una senda de dedos
de un pie de azúcar.

Entre el eco y el aire
emerge un volcán abstracto
y el espejo que te guiñas
a ti misma
como si fueras tú
tu botín,
tu pergamino,
y la rueda en tu reloj.

Agujas en el cinco y el corchete
enhebran lámparas de polen
que vienen a jugar contigo
y las bellas estalactitas
del país de la fortuna.





Esta Boca Presente





Iban los días dando tumbos,
eran ascuas,
preguntas
y esa mirada tuya de ángel del dolor
que te daba al silencio.

Todas las modificaciones de la sombra habitaban en ti,
el hambre siempre como una guerra siempre
y este grito arrancado al amor
que se aglutina entre la piel
y hace blanco en el techo.

En tu garganta de bosque, mi pequeña guarida,
me alzo como una bandera,
por tu mirada de soldado
mi garganta es un grito,
por el viento poniente,
mi pierna
se calla.

Todo era huella en ti,
todo casa,
todo revolver y retorno.





Aquí La Guerra






Este es un nombre de batalla
y no he encontrado en sus lienzos de cadmio
ninguna consigna
para la gran contienda.

Recuerdo aquellos días con el dolor
atado a las vitrinas
mientras ejecutaba danzas y arpegios
con mis dedos-fábula.

Y me enredé en cabellera de ahorcado por mil desfiladeros,
tú tenías una ventana interior
y yo me arrojaba por sus precipicios.

Aquellos días
el latido era un cable vendido
a los trinos de la pólvora
y mis lamentaciones
eran mis veinte dedos
diseminados
por un contestador.

Aquí La Luz Y Las Persianas
Aquí La Calle Del Poniente
Aquí La Luna Y El Oriente
Y Adentro De Su Sangre
El Cetro De Las Flores


Aquí y allí mi yo saltando del combate
y en acuartelamiento los insectos,
aquí el fragor de las arañas
contra la flecha de mi suerte,
aquí el rigor de la verdad
contra la fecha de mi muerte
y la llama de la pasión que se amortigua en la metralla
cuando por la pared
sangra el televisor.




Tu Nombre En La Pupila








Quiere decir estático,
tu ojo escarabajo bordeando los objetos,
tu ojo desde el acantilado a la doce de la mañana,
tu ojo depositado en una cara,
el ojo sabio,
el erudito acto de ver el frío de un cuerpo
que responde a un nombre
y puede ser el ojo
de un muerto.

La pupila sin circunstancias atenuantes,
el anonimato del marrón,
la lágrima que colma la diferencia,
el punto de ebullición de las sentencias.

Tu ojo,
mi ojo,
extasiados en pupilas,
errados en los libros de narrativa,
tu ojo tornasol
doblado en mi bolsillo.

Tu pupila no es
más que una estufa de color
cerca de la silla eléctrica,
ninguna cosa real:
nada de gas,
nada de luz,
nada de pan,
el absurdo frac de la fiesta, el mar en metáfora,
el testamento de los muertos.

Tu pupila es un hueco duro como los muros de la cárcel,
frágil
como mi memoria.



Todas Esas Horas




El Universo está en el pubis,
no estalla,
muestra los agujeros de los ángulos ocultos
llagados de infinito,
sus brazos tiznados de negro
poseen
la obligación de doler.

Rayos de inmensidad están en el Universo
que no estalla,
no tiene sitio donde romperse,
sus armas son de luz
y células caóticas.

Se han trastornado las estrellas
en relación con el espacio,
se ha trasladado a mi cuerpo
algo que nada en otra voz
y nadie entiende ahora
la inmensidad de los instantes,
esto que simbolizan los instantes
en una imagen lúcida
de cuando el hombre mata.

Hacer de los ojos lo verdaderamente negro
es engendrar en el ombligo de Casiopea
su consanguinidad con las arterias.
Hoy es la Tierra quien se coloca en una esquina
y observa una rama de almendro
entre las palmas de sus manos.
La realidad de un pétalo donde el color de una uva
está creando
la versatilidad de los colores.

Y la pequeña sombra que lo entristece todo,
es un dolor de rosa rota
que se hace preguntas,

en tanto que mi presencia,
podría alertar los cimientos
de los pequeños seres que gravitan
la fiesta carnívora de la maldad.


He practicado la cirugía de la sangre,
investigado
en la orfandad del Universo
a cerca de aquellas flotas moribundas
que todavía creen
en la conversación
entre el fuego y el agua.



LOS DÍAS AL PASAR 



VincentVanGogh
La Vieja Torre Del Cementerio De Neunen





¿De qué me sirve
esta rebelión?


En el punto medio del horizonte
está mi piel como un estandarte,
está mi piel
replegada como una serpiente,
está mi piel indómita,
está mi piel
mirada de cautiverio.

Desde el punto más inconcluso del horizonte
está mi piel en llamas.

Nada deseo con más fuerza
que arrastrar mi cuerpo detrás de mis palabras,
llevar mis palabras al cerco
dónde mi cuerpo no es nada más
que esta aversión por las cosas reales,
este odio por la ausencia de lo etéreo,
este estado de falsificación
representado por mi brazo derecho,
capturado por mi ojo
parada de autobús,
grabado en mi cintura fin de mes,
repartido por el tiempo de los escombros,
encarcelado y enlutado por tanto llanto intangible,

salvado por mi forma de hablar

extravagantemente sola.

¡Mi yo,
mi locura,
mi hora de rezar,
mi recriminación al cielo,
mi velo póstumo,

mi amor,
mi amor,
mi amor,
mi poema,


mi circunstancia vegetal!

Mi ánimo arriba el corazón,
mi trocito de teja,
mi rojo
proyectado contra cientos de pensamientos.

En el punto más negro del horizonte
está mi alma
lúcida
con todas sus células.





Pilar García Puerta
















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