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jueves, 12 de febrero de 2009

LA PRINCESA DE LA NADA













Tápies - (Antonio Tápies) El Lector Final. La Carta





LA PRINCESA DE LA NADA



“Mas allá de la tierra fértil, sólo queda el sabor de las sustituciones.”

-Miguel Oscar Menassa-








Violines En El Tiempo








La primera pregunta seria:
¿quién eres?
y eso sería como abrir el libro de los acertijos.

¡Dulzura!
dijeron algunos
y luego cayeron desde sus góndolas
y el desierto los abrasó de sed.

La locura hizo un hueco en su frente
cuando creyeron estar en el blanco de tu mirada,
tu mirada miraba un horizonte de reflejos,
tu mirada era un dos deshecho en tu espalda.

Entonces le preguntaron a tu nombre
como si tu nombre se hubiera moldeado
por la ignición de las letras,
y tú, desconociendo la percusión del silencio,
te tocabas los labios.

Después te olvidaron,
entraron en ti, pero tú,
te habías comido tu dolor,
habías aprendido a hacer cabriolas y caballitos...
todavía te estoy viendo con tu boina marina
y tu pintanubes de crisol.

La segunda pregunta era un siete en tu abrigo
cuando el viento arreciaba en vendaval

y en el camino a casa
se había roto la nieve.

Después te olvidaron,
pero en tu pecho crece
y crece
y crece
la pregunta.




El Presente Es Extremo





Siento una atracción física por las palabras,
ellas sujetan mi cabeza contra tu pecho
mucho más que lo harían tus manos,
tus manos que adquieren su casa originaria
al tocar las palabras.

Estás en consonancia con lo imposible y conmigo
cuando escribes,
lo imposible que muestra su lado fragmentario
y piensas que puedes respirar porque el aire
trabaja cada letra
con diámetro cuántico.

Creo en los átomos y en lo que se aglutinan en los satélites,
cuando pintas en verde color insulina,
cuando quieres hablar
de algo que te ocurrió
y organizas tal concierto
que dejan de ser importantes los preceptos del tiempo.

Todo consiste en la promiscuidad
de atrapar el estado crítico
de una molécula,
no sé si con las consonantes
o con la densidad de los espíritus,
estás sudando
y eso provocará mucho desorden en el espacio estelar,
una escisión
como si dos miradas se chocaran
en el ascenso de una ola.

Supongo que se trata
de fabricar el laberinto de los ciegos,
el deseo se construye así,
con un millón de estrellas fallidas
aullando por la luz.




Luz En Los Andamios





Acaba el día bocabajo,
nada tiene que ver,
todos las horas serán pájaros
aproximándose al calor.

No escucharé linternas en la noche
ni tu mirada de terciopelo
saltar de la pared,
los muros te apasionan.

No sirvieron de nada los postes
que se alargaban sin piedad,
ni golpear con fruición las cortinas,
no vas a aparecer como un áspid herido
de tus misterios y penumbras
no me voy a librar por mucho tiempo
del lento desgarro de ser
una sombra que gira.

Para nada te resucitarán
los golpes de pecho que te das,
saldré despacio,
la mirada clavada al susurro del viento
que no me acabe despeñando por los aires
en un traspié,
tengo que averiguar a fondo
las delicadas redes que has tejido y me ofreces
en bandejas con flores.

No va a cambiar mañana el argumento
cuando de nuevo me despierte,
saldré por esa puerta
mientras la intensidad de la victoria,
abre páginas y páginas con esquirlas envenenadas.

Abro el amor de nuevo y leo
a cerca de los designios de los astros,
milito en el verbo enardecidamente
y mi latido es intenso y sincero
como una desbandada
de cielos impredecibles.






TÚ, se escribe con mayúsculas






Te tengo que olvidar, es decir,
escribirte una carta,
debo sellar contigo documentos,
firmar una paz intergaláctica,
porque si no,
juro que me desgarraría
como un esclavo en sus grilletes.

No debo creer que mis muñecas
se hicieron con cinceles,
a pesar estar siempre como un visionario,
mis muñecas se crispan así como mis puños
y a la mañana
todo sueño se rasga como un velo podrido
y rompo los espejos
de todo lo sólida que soy.

Y allí, pisoteando los cristales imaginariamente,
aflojo los ojos y pienso
que ese empeño tuyo en ser un enigma
tiene el poder de invocar a los muertos
y tal vez mañana seas
mis letras más dementes.

Te escribo en el índice con el pulgar
gravemente herido
por el agujero de la pared que se estrechó
tanto como tu garganta.
En la portada el arco iris me sirvió
de pincel y odié el negro
porque nunca supo acariciarme,
torpemente repetía tu canto macabro.

También serás mi amor, el sitio de las manos,
el sacrificio de traficar con entes
y volverse ambigua como ellos
y retirar todo intento de volver atrás
de las intenciones.

Serás un amor de verdad, es decir,
inmortal,
por no haber podido abarcarlo,
el adjetivo con la terrible tarea
de exagerar la realidad
para que no la maten.

Todas las dedicatorias estarán fingidas,
la verdad, todas llevan tu nombre.

Hago ejercicios de camuflaje
continuamente
para que no me encuentre el enemigo,
y en el punto final,
habrá una gota de nieve roja
como mi sangre.




Una Forma Perceptible





La soledad se ensaña
cuando muestra su cara,
es una construcción,
y sin embargo,
deja tus dedos famélicos.

En la noche la soledad no es dulce,
ella no termina de hablar,
crea un público que son sus espectros,
la soledad está loca.

La soledad es una escala sin color,
es una pura invención,
un hombre huye por el mar
y dices que es la soledad.

En una llama sin candil
hay una luna derretida
que ni tiene perfil,
la soledad es una rabia
que usa tus dientes para morder.

Y repite tu nombre por el revés
y te cierra la boca,
es pegajosa y envidiosa,
otro tú convertido en harapo,
la soledad es una mala fotografía
sacada por el enemigo.

Es un perder la sangre porque sí,
es estar todo el día
queriéndose morir,
pero la sigues y la sigues,
la soledad no sabe encender tus velas ni usar tus tacones
y te obliga a esconderte en los rincones
como un escarabajo
y te pierde los monederos
y desconoce todo de ti.

La soledad es una palabra con magia
muy negra, es una pésima enfermera,
es, porque rima, una ramera
y termina llevándote a tirones
de su cabello.

Tú no eres la soledad,
pero la muerte te pisa los talones.




Después Del Tiempo





Llevo el horror inscrito en la palabra de la mano
y con todo el horror, con la mano,
mano que acarició, llagó, la entraña del infierno,
mano de eras, de edades
y tiempos desolados,
de luces para que tiemble y delire la propia desolación
con la esperanza clavada tras siglos de silencio
sin pasar una puerta,
silencio atroz carente de mirada,
sin firma, sin voz, sin memoria ni olvido
como aquel circo perverso que viaja por el cielo
burlándome el adiós.

La vida, con todo su pecho, sus canales,
con su trágico tiempo y la mañana fija,
el lugar de la noche
como un desfile de bárbaros Atilas
acordonando el aire
que desgarra si respira,
si no respira.

Y volver
y no volver
al lugar de las tercas sirenas implacables,
a las calles que ordenan los relojes…
agoniza otro cuerpo cuando te marchas tú.

Eres el nombre verdadero de la palabra nunca,
como condenas que rigen en los sueños,
el pecho de la fiebre,
la ardiente cabeza del bien o el mal
y su trineo de sitios conocidos,
el papel arrugado que esconde tu camisa
para ponerle risas al dolor.

Y aquí, rincón de los demonios
donde descansan tus dedos,
en este extremo tuyo donde ninguna de mis voces te traerá,
abandono tu féretro de lobos.

Nunca existió con tanta fe
el dolor del dinero que me pagas
para borrar tu paso de mi paso,
nunca el infierno sufrió con tanto horror
los altos hornos del olvido.

Mi amor, mi pequeña palabra prendida de la palabra nunca,
mi tú, mi mentira, mi nombre tuyo
que vaga por toda la ciudad
besando y maldiciendo
cada pisada en que te vas.





Cavidad Sola





Lloro eternamente por la destrucción de mi alma,
lloro eternamente por la destrucción de todo aquello
que no sea mi alma.

Lloro inconmensurable y trivial
por la invidencia de llorar,
lloro por el impulso irrefrenable de rendirme.

Lloro para que el llanto oscurezca mis ojos
y mi conciencia se vuelva transparente,
lloro y me acobardo ante el majestuoso implacable
de los ladridos de los días
y me repliego y me curvo
como un ajusticiado en el caballo de torturas
con todo mi cuerpo de desaparecido
ante el irreprimible correr de los espasmos.

Lloro desconsolada y solamente
a lo ancho y profundo de mí.

Y me sublevo y me crispo contra mis uñas y mis vientos
y me alzo y me recrimino de ser
una estepa en el agua,
lloro de contrición y de piel, de infección y soberbia
y promulgo la desolación
y lo significativo de llorar.

Y me detengo aquí desocupada de mi alma
y en posesión de todo
y me desahucio y me invado y me irradio
y confabulo con mi odio
y soy un vicio que procrea.

Y me pierdo y te amo
y te esquivo y te esquivo
y porque no voy a volver
al lugar de las pajas hirientes
y porque abandoné los ojos
y me expando en el mundo y explosiono,
porque me creo y me recreo
blandiéndome en el agua
y me estructuro
entre cadenas de líquido que me sujetan
y me esposo en comunión con el acto de llorar
/carne /cemento/
y acaso soy
la primigésima columna en tus entrañas.

Y salgo a respirar con ametralladora en las costillas
y estoy al final de este magma
solemne y distraída
y deposito en un cajero automático
mi lapicero y mi canción
y pulso la tecla simbólicamente
y mis recuerdos son
una baraja

con todas las cartas sin custodia.






Pilar García Puerta






















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